NO caer en la demagogia apocalíptica
* por Hugo Delgado

Hacer periodismo suele ser “bastante fácil” por estos días.
Los Chiche Gelblung; Mauro Viale y Marcelo Araujo (aunque ninguno de ellos se llame así) han hecho verdadera escuela de demagogia y facilismo que podría resumirse en esta frase: “si decís lo que la mayoría (que se hace oír) dice, la mayoría (de los que se hacen oír) estará de acuerdo con vos”.
Esa es la manera fácil de hacer periodismo, desde la chatura de convertirse en masa, aunque esta no tenga razón y de la puerilidad de dejarse llevar por el viento, vaya donde vaya, más allá del análisis que todo periodista debiera estar capacitado para hacer.
¿Por qué? lisa y llanamente porque periodista no es quien puede decir o escribir cualquier estupidez con más o menos tino desde un medio, sino quien se ha preparado para ello.
Es cierto que hoy por hoy hay muchos “remiseros del periodismo” que a falta de algo mejor (como diría el Gran Tato) hacen de periodistas.
En este tren de cosas, estuvieron con Menem y la Alianza (ni hablar de los militares de la dictadura) solo por dar un par de ejemplos y estará con cualquiera que no les genere la necesidad de hacer un análisis que tal vez no les interese hacer o tal vez no tengan la capacidad de realizar.
Podríamos hablar por horas de “eso que se llama periodismo” pero, al menos hoy, no es el momento.
¿Qué tiene que ver esto con el partido Chicago – Temperley?
Nada… y todo.
Es que la salida más fácil y que mejor luciría hoy sería la que algunos (de manera elíptica) mencionan, en una suerte de “que se vayan todos” adaptado a realidad gasolera.
Hoy la crítica más o menos despiadada “vende” y “rinde”.
Los hinchas desencantados y molestos aplauden (los que se hacen oír) ese tipo de actitud, sin embargo esa posición es de aquellos que se manejan por el facilismo y la pose, o aquellos que no pueden o no quieren detenerse a ver la realidad.
Nadie puede negar que este equipo de Temperley adolece de funcionamiento, sin embargo, nadie puede decir sin ponerse colorado que este proyecto está acabado… o si.
Pero quienes no apostamos políticamente a la ruina del Club para poder alzarnos con el poder y tenemos capacidad y deseo de analizar las cosas tal y como son no podemos obviar algunos detalles no menores.
Si bien el comienzo de la campaña es floja, aún no se entró en una fase decisiva del torneo. Este es un torneo de cuarenta fechas, SI CUARENTA, y apenas hemos andado una séptima parte de él.
Si bien es innegable que el equipo aún no rinde lo esperado, es falaz y malintencionado decir que ya no tiene chances. ¿Dónde estaba Los Andes el torneo anterior a estas alturas? Y… ¿A qué jugó durante todo el torneo?
Por otro lado muchos se alzaron a criticar abiertamente a algunos jugadores, por caso, reclamaban vivamente la presencia de Virardi en lugar de Banegas ¿Aportó El Flaco una plusvalía en el fondo gasolero?. No son pocos los que critican la ineficacia de Bazán Vera ¿recuerdan cuantos goles convirtió en su anterior paso por el Gasolero antes de la octava fecha?
Otro de los puntos de “agitación” se basa en la defensa irreductible de Crivelli como titular, pero… ¿Crivelli es infalible? ¿En serio lo piensan? Y no voy aquí por un enjuiciamiento de Fede que, por otra parte, con sus altos y bajos ha rendido al equipo (aunque no es el natural reemplazo de Carrizo en el seleccionado).
Se avecinan días en que muchos van a salir a hacer leña del árbol caído (?), el mismo árbol al que palmean el hombro en la semana (o palmeaban hasta la anterior) como si criticando ácidamente se salvara la ropa, pero… ¿qué ropa merece salvarse por sobre una mala campaña del Club?
Desde esta tribuna invitamos a todos a recordar lo que se diga en estos días, porque quienes hoy denosten, serán los que lamerán botas mañana si la tortilla se vuelve y nosotros, desde Gambeta, tenemos la plena certeza de que estos jugadores están para mucho más y van a darlo.
A eso apostamos y en eso creemos.
Esperemos que cuenten con la grandeza de ese pueblo Celeste, épico y corajudo acompañando desde las tribunas del Beranger, más allá de los mercaderes de la derrota y los barones del Apocalipsis que van a ladrar (ahora, porque pueden) lo que debieron callar antes.