Del cadalso al bronce
*Por Hugo Delgado


El fútbol tiene a veces ese toque que lo hace tan distinto de lo cotidiano que da gusto solo por el placer del desenchufe.

Sin embargo a veces, tiene también tantas miserias de a diario que apena.

En más de una ocasión me he puesto a pensar, en la cancha, sobre lo distinto que marcharían las cosas si los asistentes a un espectáculo deportivo (como lo es un partido de fútbol) fueran igual de vehementes con sus patrones que con el director técnico del equipo y con los políticos que votaron que con los miembros de la comisión directiva de su club.

Pero claro, seguramente lo mío es un absurdo por querer pretender una reacción idéntica ante quien "se roba el sueldo de entrenador" y quien se roba un pedazo de nuestra vida y la de nuestras familias explotándonos con salarios miserables.

Tampoco es de comparar aquellos que más o menos preparados y más o menos voluntariosos, y descuidando tiempo de sus afectos y su trabajo tratan de llevar un club adelante y quienes son profesionales de la política y se han preparado toda la vida para "luquearnos".

Y ojo, que no hablo solo de la irracionalidad de nuestros hinchas, sino de todas y cada una de las hinchadas, poquito más o menos de cada uno de los clubes de nuestro país.

Dicen, muchos, que eso es lo increíble de vivir el fútbol en la Argentina.

Esa pasión extrema que vuelve a los jugadores semidioses y/o todo lo contrario.

Tal vez si, aunque seguramente también no.

Esa pasión... ¿No es la misma que hizo perder la categoría a Chicago y Almirante?

Esa pasión... ¿No es la misma que se ha levado puestos ya a media docena de entrenadores de la categoría en lo que va del campeonato?

Esa pasión... ¿No es la misma que hace que se rifen patrimonios institucionales en pos de calmar a la masa?

Esa pasión... ¿No es la misma que hace que muchos buenos hombres decidan abandonar la tarea de conducir una institución hastiados de los insultos gratuitos?

No deseo eso.

Tienen muy poco valor las estatuas construidas sobre urgencia de un campeonato y los cadalsos erigidos sobre una mala racha de media docena de partidos.

Preferiría un poco menos de "pasión" (de esta pasión tan parecida a la que justifica los golpes a la mujer en el amor enfermizo de los celos) y un poco más de serenidad a la hora de evaluar los resultados.